ONE MOMENT BY THYLACINE

«Es el final del desierto, una región extremadamente poco poblada. No había nadie, así que pudimos instalar la caravana y trabajar en un entorno absolutamente increíble, donde cada amanecer y cada atardecer eran espectaculares, con órices – incluso se puede ver uno al fondo de la foto. El paisaje tenía algo profundamente surrealista.» - Thylacine

¿Podéis presentaros?

Thylacine: Soy Thylacine, William Rezé, músico y compositor.

Cécile Chabert: Soy Cécile Chabert, fotógrafa y cineasta, y llevo siete años acompañando a William en sus proyectos.

¿Qué os llevó a Namibia?

Thylacine: El punto de partida fue mi caravana Airstream, que transformé en un estudio autónomo para mi proyecto Roads. Tras Argentina y las Islas Feroe, quería explorar un tercer continente. El sur de África era completamente nuevo para mí. Namibia se impuso naturalmente: un país vasto, protegido y de fácil acceso. La idea era componer en un entorno muy diferente.

Cécile Chabert: Ya había acompañado a William en el Band 2, en las Islas Feroe. Para este nuevo capítulo, era evidente que estaría presente, especialmente porque este proyecto adquirió una dimensión colaborativa aún mayor. Lo creamos realmente juntos.

¿Cómo ha influido el entorno namibio en tu música?

Thylacine: La influencia es variada y difícil de precisar. El clima, la sequedad, el calor, pero también los encuentros con diversas comunidades y fragmentos de la historia del país han alimentado la música. Son cosas que no podrían haber surgido en ningún otro lugar. Me dejo impregnar y observo lo que el entorno provoca en mí.

Cécile, ¿cómo abordaste la composición visual en este contexto?

Cécile Chabert: Esta vez tuve tiempo. No tenía que producir de inmediato. Pasé varios días simplemente observando y sintiendo la atmósfera antes de fotografiar. Las imágenes surgieron solas, cuando estuve lista. Esta libertad fue nueva y muy valiosa.

¿Cómo se han influido mutuamente la música y la fotografía?

Thylacine: Es la primera vez que trabajamos tan estrechamente. Las imágenes no eran solo una reacción a la música: las investigaciones de Cécile, ciertos lugares que encontraba, inspiraban directamente las composiciones. Las ideas circulaban en ambas direcciones.

¿Fue vuestra colaboración en el lugar planificada o espontánea?

Cécile Chabert: Muy espontánea. Gracias a la caravana pudimos quedarnos en un lugar el tiempo que quisiéramos. Nos dejábamos sorprender por lo que se presentaba.

Thylacine: Incluso nos pasó que componíamos una pieza y de inmediato imaginábamos las imágenes que podrían acompañarla, y las filmábamos allí mismo. Una idea surgía, la seguíamos hasta el final, y en unos días o semanas surgía un proyecto completo.

¿Qué desafíos habéis superado en el desierto?

Cécile Chabert: El calor fue mi mayor dificultad. Las temperaturas extremas a veces me paralizaban por completo. Algunos días solo podía esperar a que bajara.

Thylacine: También las carreteras fueron un reto. Algunos caminos eran demasiado difíciles para la caravana, y las vibraciones causaban daños frecuentes. Cada semana había que reparar algo. Fue una aventura constante.

¿Qué habéis aprendido el uno del otro durante este viaje?

Cécile Chabert: Descubrí a un William muy sociable, abierto a los encuentros, lo cual no es necesariamente su temperamento habitual.

Thylacine: Sí, en Namibia realmente quería acercarme a la gente y establecer conexiones. Cécile, por su parte, estaba más centrada en su soledad y en su trabajo. Cambiamos un poco de roles.

¿Cuál fue vuestro “One Moment” del viaje?

Cécile Chabert: Un paisaje en el sur del desierto de Namib me impresionó profundamente. Pasamos rápidamente, pero no pude olvidarlo. La luz, el polvo flotante, las montañas hasta donde alcanzaba la vista… era de una belleza increíble. Volvimos allí para trabajar.

Thylacine: Era un lugar casi irreal: solos en medio de un paisaje inmenso, con amaneceres y atardeceres extraordinarios, oryx y hasta caballos salvajes. Uno de los lugares más mágicos del viaje.

¿Por qué era importante materializar este viaje?

Cécile Chabert: Porque las imágenes digitales se acumulan y desaparecen en nuestros teléfonos. Las copias impresas devuelven a los momentos importantes una existencia concreta. Para mí era esencial.

Thylacine: Este proyecto no se limita a la música: todo un universo visual la acompaña. Con una copia impresa o un vinilo en las manos, se experimenta algo mucho más intenso que a través de una pantalla.

¿Qué ha aportado la colaboración con WhiteWall?

Thylacine: WhiteWall nos permitió explorar formatos de impresión a los que inicialmente no habíamos pensado. Esto amplió nuestra forma de presentar la historia del proyecto.

Cécile Chabert: Gracias a esta colaboración también surgió la idea de vender copias impresas como merchandising al final de los conciertos. Una novedad para nosotros.

Thylacine: Esto dio una nueva vida a las imágenes relacionadas con el álbum.

En tres palabras, ¿cómo describiríais WhiteWall?

Thylacine & Cécile Chabert: Precisión – Conocimiento – Dedicación.